La calidad democrática, en este país, es más bien escasa, por no decir nula. Ante ella, la mayoría de las fuerzas políticas vascas callan y miran para otro lado. Sin embargo, otros como Azkuna se comportan como si fuera el alcalde del Santiago de Chile de la época Pinochet o la propia Pilar Careaga, alcaldesa fascista de Bilbo. Sólo un autoritario o un fascista es capaz de salir a la palestra a "preocuparse" únicamente por diez contenedores quemados cuando el sufragio universal no existe, el derecho a voto se cercena y se persigue y encarcela a la gente por sus ideas políticas. Sólo un político de escaso perfil democrático se "escandaliza" por diez contenedores cuando los derechos civiles y las libertades fundamentales son vulnerados a diario de forma tan escandalosa. Señor Azkuna: los alcaldes franquistas hacían los mismos comentarios, revise sino las hemerotecas.
Azkuna, que preside un Pleno no democrático desde 2003, se ha autoerigido en portavoz-mamporrero de su amo madrileño y arremete, como cuando izó la española en el Ayuntamiento y como suele ser una costumbre en su partido, contra el más débil: el perseguido al que, por la fuerza de las armas, han despojado de todos sus derechos. Terror en las calles de Bilbo provocaron centenares de policías armados hasta los dientes y encapuchados – rebusque señor Azkuna entre la prensa amiga, aquella que tanto adulaba a Careaga como al alcalde pinochetista de Santiago y que nunca ha sido juzgada por su colaboración necesaria y enaltecimiento del terror, a ver si encuentra una sola fotografía de un policía que enseñara la cara- que, como en los estados autoritarios y fascistas, impidieron mediante la fuerza el derecho de manifestación. ¿Qué tipo de democracia es aquella que envía a centenares de policías armados y encapuchados contra una multitud desarmada?
Resulta significativo que Azkuna no haya perdido un minuto en acudir a los medios. El mismo Azkuna de cuya boca no ha salido una sola palabra cada vez que otros uniformados, encapuchados y fuertemente armados, se han llevado de madrugada a vecinos y vecinas de la villa por sus ideas políticas. Ni una sola declaración tras el encarcelamiento de Arantza Urkaregi, ex concejal, por pretender tomar parte en las elecciones. Ni una palabra cuando condenaron a 11 años de cárcel al también vecino Jabier Salutregi por dirigir un periódico. Ni una condena cada vez que algún vecino o vecina de la villa ha sido encarcelada por sus ideas y militancia política y son ya demasiados (Txente Askasibar, Bigarren Ibarra, Patxi Gundin, Gotzon Amaro, Ane Lizarralde, Karmelo Landa, Ibon Arbulu, Mikel Etxaburu, Txema Olabarrieta, Jesus Maria Zalakain, Jose Garcia, Ruben Nieto, Xabier Balanzategi, Olatz Egiguren, Miriam Campos, Ainara Frade, Iker Frade y Olaz Karro). ¿La persecución ideológica se puede medir en euros?
Ni diez ni cien mil contenedores ni, incluso, todo el dinero del mundo vale más que cualquier derecho fundamental. Azkuna, usted es el menos indicado para tratar de dar lecciones de democracia y de tolerancia a nadie. Respete primero la voluntad popular.
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